martes, septiembre 30, 2008

La noche es sueño (Nocturno)

La buena gente piensa
-sin embargo-
que canta una cajita
de música en la hierba
José Gorostiza

sigue durmiendo
mientras el sueño
se desborda
por tus ojos


sigue soñando
mientras la noche
ilumina
tus recuerdos


sigue durmiendo
mientras los grillos
arrullan
tu silencio


sigue soñando
mientras los sueños
no sucumban
ante el tiempo

Esta imagen fue encontrada en el siguiente blog:
por cierto, es muy recomendable.

martes, septiembre 23, 2008

Heterofonía

a la memoria de Mauricio Kagel

Las reglas del sonido caducaron,
la música volvió a su origen primigenio
la voz /
           los cantos /
                       el rito a la vida

el percutir del trueno
   sobre la tierra desnuda,
los vientos que provocan
   la ira de neptuno

se deshizo el pulsar métrico
                    del reloj,
el tiempo se volvió inmemorial
como el sonido desprovisto
                             de los hombres

ahora la vida canta desde
el extremo acuoso del silencio /

un concierto grosso
          para perros solistas
y el teatro del arte se
derrumba para contruir
             un búnker silente

la creación emancipada
atestigua que el dios-hombre
se regocija al interior de su
incipiente mortaja

la música permaneció
atrapada en el torrente de
                     la metralla

vacua sentencia:
la sombra de un dios muerto
aparece reflejada
en el umbral
salpicado
de sonidos


[La no-música es la música de las letras que se aferran al tóxico teatro de los dioses / La no-música canta en la anti-ópera como cantan los niños desenfrenados / Las vértebras de la no-música son la música y la voz que viaja por la cuenca del silencio nocturno / La no-música canta para saciar la tenaz arremetida del dolor / La no-música acompaña a la anti-danza en su éxtasis diario / Los danzantes de la anti-danza se nutren de la no-música en un intento por dotar a sus piernas del martirio sobrehumano de la vida / Al final resuenan los no-instrumentos de la no-música, y todos pierden la razón al llegar a la zona erógena del silencio… ]

miércoles, septiembre 17, 2008

Un día... se reivindicó a José Juan Tablada


No suelo dar reseñas en este espacio, pero esta vez tengo la necesidad y el ímpetu de hacerlo.

Hace tiempo me hice aficionado de la poesía de Tablada, y no sólo de su poesía como tal, sino del hecho poco conocido de que fue uno de los poetas mexicanos que logró asimilar los movimientos rupturistas en el arte, así como una revaloración de la poesía mexicana, la cual estaba encabezada en aquellos momentos por el movimiento modernista de Amado Nervo y Ramón López Velarde; con lo cual no sólo fue amedrentado por la posición oficial, sino que tuvo que ver cobijado (y publicado) su trabajo fuera de las fronteras maternas.

Este año (2008), 88 años después de que fue publicada en Venezuela la primera (y única) edición de Un día... poemas sintéticos de José Juan Tablada, una edición facsimilar sale a la venta en las librerías del país; con lo cual se reivindica a uno de los poetas más soslayados de la literatura en México.

De acuerdo con Rodolfo Mata, quien hace el prólogo a esta nueva primera edición:
Cuando el poeta mexicano José Juan Tablada publicó su primer libro de haikús, Un día... Poemas sintéticos, en septiembre de 1919, este género de origen japonés era prácticamente desconocido en el medio literario hispanoamericano. Como era de esperarse, el libro, que salió de la imprenta Bolívar, en Caracas, Venezuela, con un pequeño tiraje de doscientos ejemplares, no fue bien recibido del todo. ¿Podían aquellas escasas tres líneas formar un poema? ¿Podía una sola imagen alcanzar la temperatura lírica a la que estaban acostumbrados los artífices del modernismo musical y ornamental? Además, el subtítulo del libro remitía a las nuevas corrientes de vanguardia, de la que Tablada estaba al tanto y en las que gradualmente había ido profundizando.
Seguramente Edgar Varèse (el compositor) recibió con mucho más candor esta obra que todo los hombres de letras en México, siendo que compuso una Cantata (Offrandes) en homenaje a Tablada (con la Croix du Sud) y a Vicente Huidobro (con Chanson de la-haut), quizá por la conocida amistad que el poeta mexicano tenía con el compositor de origen francés, tal es así que Tablada fue quien presentó a Varèse con Carlos Chávez, con el cual realizó diversos intercambios musicales.

[Play para escuchar La Croix du Sud (Tablada), de Varèse interpretada
por Pierre Boulez y el Ensemble Intercontemporaine]

Si desean leer este libro, el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM ha ido recopilando toda la obra de este poeta en la dirección: http://www.tablada.unam.mx/. En esta página han ido digitalizado la mayoría de los libros de Tablada, incluyendo Un día... Poemas sintéticos, el cual se encuentra en forma íntegra y con las ilustraciones en una calidad bastante aceptable.

Sin embargo, les recomiendo adquirir la edición facsimilar de la editorial Ábside Poesía de CONACULTA, la cual posee una impresión muy similar al de la edición de 1919 (o eso quiero creer), a un precio bastante accesible (a mí me costo $99.00, pamba al que lo encuentre más barato).

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Hace tiempo escribí un pequeño poema como homenaje a Tablada.


A José Juan Tablada

ser como tú, en el aire
o en el mar tranquilo

la luna de tu semblante
en tu frente perdida

los cabellos que rondan
en el azul menguante

cielo cae arrogante
de rodillas al suelo

la silueta talante
en el silencio difunto

desde las horas frías
hasta el sendero oculto
desde el tablado verso
hasta la piel sin carne
—sólo de hueso muerto—

lunes, septiembre 08, 2008

Borges le dice al tango

Buenos Aires no te olvida,
tango que fuiste y serás
J. L. Borges, en
«Alguien le dice al tango»

el tango
que transcurre
como ciego
e ingrato
vendaval porteño

tan natural
como la sombra
que se posa
entre nosotros

y la nube
          o cumbre
que trastoca
          al sol
y a nuestra
vista nublada
          de tormentos

alguien
[que no soy yo]
seduce con
mi boca
envilecida

alguien
[cuyo nombre
       es ajeno]
se antoja
digno de
debatir
con el
bandoneón
y su templo
sitiado

alguien
me canta un
sortilegio

que como
el tango
no alcanza
a remendar
mi sufrimiento

alguien
se dice viento

y como
el soplo
del organillo
que muerde
al silencio
entre su
estira y encoge

la postura
general se disipa
cuando
el murmullo
de un violín
se traga
mis palabras...

"Alguien le dice al tango", de Borges y Piazzolla,
por Claudia Pastorino