Naturalmente los oídos lo escuchan todo, ya lo dijo muy claramente Quignard: «…ocurre que las orejas no tienen párpados». ¿Pero qué sucede con aquellos que lo oímos todo y no escuchamos nada?, o viceversa. Para los ciegos hay remedios, se les divisó lo verdaderamente cierto; pero para los enfermos de escucha, para los proxenetas de lo audible y lo entendible existen serios conflictos cognitivos. Vemos como un loco al que habla solo por la calle y, sin embargo, ellos son los más cuerdos. Nosotros, los que tenemos un “interlocutor” (intérprete), tan sólo entonamos, gimoteamos, balbuceamos, predicamos, lanzamos, escupimos […] palabras al viento que susurra y no responde; y junto (a nuestro costado), un hombre, mujer, niño, abuelo, mascota, desentendido/a, se abstrae de lo que musitamos para socorrer al silencio en su “preferible” soledad. Vamos hablando solos por el mundo. Le hablamos al desentendido oído de un extraño, para que al darle la vuelta seamos el olvido que fornica con las sombras. Amén del predicador, que bochorna a 70 almas en un recinto semilleno, o semivacío, de oídos que sacian sus vidas de salmos, plegarias y cantos, para calmar sus lascivas entrañas. Proxenetas del sonido [o del ruido] que venden enlatado y en rodajas. Lo venden —lo compramos— enlatado, y ¿para qué?; para no-oírlo tantas veces en el tocadiscos, en el “reproductor”, que reproduce (¿reproduce?) otra vez los mismos ruidos secos en el viento; ánimas que pernoctan en el cielo hasta desvanecerse en el tiempo. Es por eso que enmudezco tanto tiempo; y tanto tiempo me la paso escribiendo silencios muertos.
Entonces, el poema... / ¿Poema? Oh no, oh no / Fíjese qué lástima, pensar que iba tan bien hasta hace unos años, a pesar de ciertos excesos verbales, y ahora sí, de golpe... / Debe ser el oro de Moscú, a menos que sean dólares de la CIA, que también pagó a Cohn-Bendit / Insultar a la poesía, esa cosa tan delicada / Con rima y ritmo / Con metáforas / Con muchísimos sauces / Igual que esos concretos, dígame un poco, que le hacen poemas con figurtiras y pedazos de palabras todo pegado / La poesía es como un aire suave de pausados giros y no debe de rozar para nada a la política / No empleará jamás palabras tales como Fidel o Mao, se mecerá en la metafísica y en la erótica que ya son bastantes, porque a veces... / Lo que pasa es que está de moda hacerse el duro y, claro, él aprovecha, niño terrible tira de culo críticos ponderados / No importa, m'hijita, la poesía seguirá poniendo sonetos, es una gayinita cumplidora / Sí pero habría que prohibir, digo bien, PROHIBIR una cosa como ésta, doctor Lastra /Es que no tenemos gobiernos fuerte, señora, se lo digo yo, hasta los Keneddy estaban sobornados por los comunistas, tengo pruebas /