miércoles, marzo 07, 2007

Los gatos no saben nada de alergias

Para Paty
A la memoria de «Zelda»


Un gato
que subió
entre escombros
hasta el lugar recóndito
de mi pecho

Tengo un gato
sobre un libro
sobre mis piernas
sobre la silla

Soy alérgica a los gatos
pero no a sus manías
no a sus saltos
ni audacias
porque me causan
gracia, me producen
esa sensación
de bienestar
pero de malestar
porque ningún gato
sabe sobre alergias

Si me viera mi mamá
con un gato
sobre un libro
sobre mis piernas
sobre la silla
no sé que haría
me gritaría
y reprendería
tal vez, no lo sé

Tengo un dolor
de espalda
¡Ay!, qué dolor,
con un gato
sobre un libro
sobre mis piernas
sobre la silla

pero eso nada
tiene que ver

Acariciar al gato
sobre un libro
sobre mis piernas
sobre la silla
es terapéutico
es placentero
pero es alérgico
porque precisamente
los gatos
no saben de
alergias

y me mira sin titubeos
me admira o me compadece
aquel gato
sobre un libro
sobre mis piernas
sobre la silla
sin sortilegios
sin envidias
ni locuciones
me observa
con osadía
que da miedo

llevo seis años
con mis vacunas
pero la alergia
persiste
y el gato sigue
sobre un libro
sobre mis piernas
sobre la silla
porque los gatos
(yo insisto)

no saben nada de alergias

tampoco los
alergólogos

6 comentarios:

Carissa García dijo...

Son cosas a las que nos aferramos a partir de nuestra imposibilidad de poseerlas; el poema va más a fondo por el contacto con dos seres vivos ya despiera encuentros emotivos, esa simpatía que hace sonreír al lector está presente. Buen poema.

Caro Albahaca dijo...

Y sin embargo, sigue allí... sobre el libro, sobre sus piernas y sobre la silla... el impávido y ella enfermando.
:D

Luis Alvaz dijo...

Así es Carissa, así es Caro. Ahí está el gato que, sin embargo, nunca será tuyo (de ella).
Esa constante "sobre el libro, sobre mis piernas, sobre la silla", la dijo mi amiga Paty, cuando tenía a mi gato en esas circunstancias, y yo le dije: ¿puedo usar eso para un poema?, y así nació "Los gatos no saben nada de alergias", y claro, ella es alérgica a los gatos, y yo, al resto de las cosas.

X dijo...

...Y cuando despertó el gato seguía ahí. xD

Precioso poema.

Luis Alvaz dijo...

No estaba dormido, sino en un estado de letargo, porque le acariciaban detrás de las orejas.

Caro Albahaca dijo...

Es inevitable adormilarse cuando a uno le hacen eso :3