martes, enero 01, 2013

Una carta de amor*, de Julio Cortázar


Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo

porque en el fondo es todo

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso que es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescidencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

No me parece vano cerrar este políptico enamorado con un soneto petrarquista de los años cuarenta, tiempo en que la abstracción y la forma bastaban para la felicidad. Que sea un soneto es casi lo menos que puede pedírsele. Antes de copiarlo (el papel está amarillo y, justo signo que acato conmovido, una hormiguita de las que vagan por mi mesa se ha trepado a su frágil columna y la explora como si quisiera leerla, como si acaso la estuviera leyendo de verdad).

Soneto

Esto es amor, oh caracol que aloja
la analecta sonora del pasado
y astuto en su recinto ensimismado
reitera azul de mar y rosa roja.

El eco, ya, una flor que se deshoja
en perfume y color multiplicado-
Esto es amor, de nuevo marchitado
con la reiteración de cada hoja.

Y nunca menos solo y más seguro
por oscuro, por solo y asumido,
-fidelidad de lirio a su color-

estatua leal, de espaldas al futuro
con un nombre infinito y repetido
de piedra y sueño y nada, esto es amor.

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* Cortázar, Julio (2012). Salvo el crepúsculo. Colección: Palabras Mayores.

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